La batalla del diagnóstico microbiológico siempre ha sido su dependencia del cultivo, que exige un periodo de incubación inamovible para obtener resultados. Sin embargo, la necesidad clínica de obtener resultados en las primeras horas de atención al paciente choca directamente con esta realidad.
Por eso, las pruebas diagnósticas rápidas ofrecen ventajas cuando se requiere una respuesta rápida para el manejo del paciente, o cuando no es posible disponer de instalaciones sanitarias de cierta complejidad. Estas pruebas pueden mejorar por tanto la atención del paciente y la salud pública al reducir la progresión y diseminación de la enfermedad y optimizar el tratamiento.